Hospital Central
GUARDIA: Yo estaba haciendo mi ronda. Era eso de… eran más de
las 12 de la noche, entre 12 y 1 de la madrugada. Entonces llegué al tercer
piso de la Torre E, y me paré a la entrada de un pasillo, cuando hacia el fondo
de ese pasillo, vi una monjita que entró a una habitación, tenía un hábito
habano y… ¿cómo se llama eso que llevan en la cabeza?
(…)
Eso, tenía su toca y todo. La clínica tenía varias pacientes religiosas y religiosos; así era, como cualquier otro acompañante, yo la vi. En ese momento no le presté ninguna atención… y es que no había nada extraño. Yo seguí mi ronda, y recorrí el pasillo. La mayoría de las puertas de las habitaciones estaban cerradas, pero de todas formas, con mucho cuidado yo me asomaba para verificar que hubiera un acompañante por paciente, que es política de la clínica. No es para sacar y echar a un segundo acompañante, sino, pues, si hay dos acompañantes, la clínica tiene salas de espera muy cómodas y ahí pueden estar y descansar… para comodidad del paciente ¿no? Que es la prioridad. Entonces yo entraba y sí, la gente sabe la norma y había siempre un acompañante por paciente. Entonces llegué a la habitación donde había visto entrara a la monjita, o donde creía que la había visto entrar… entonces, abrí con cuidado y vi que en la habitación sólo había una cama ocupada, si no es el cuarto de un paciente especial, siempre hay dos camas, pero en esa habitación sólo una de las camas estaba ocupada… y al lado estaba un acompañante, creo era una chica, estaba oscuro, pero con la luz del pasillo, vi que tenía cabello largo y varias cobijas encima… pero ella no tenía habito de monja, ni señas de haberse levantado recientemente…. Rápidamente miré en el baño, y estaba vacío.
(…)
Eso, tenía su toca y todo. La clínica tenía varias pacientes religiosas y religiosos; así era, como cualquier otro acompañante, yo la vi. En ese momento no le presté ninguna atención… y es que no había nada extraño. Yo seguí mi ronda, y recorrí el pasillo. La mayoría de las puertas de las habitaciones estaban cerradas, pero de todas formas, con mucho cuidado yo me asomaba para verificar que hubiera un acompañante por paciente, que es política de la clínica. No es para sacar y echar a un segundo acompañante, sino, pues, si hay dos acompañantes, la clínica tiene salas de espera muy cómodas y ahí pueden estar y descansar… para comodidad del paciente ¿no? Que es la prioridad. Entonces yo entraba y sí, la gente sabe la norma y había siempre un acompañante por paciente. Entonces llegué a la habitación donde había visto entrara a la monjita, o donde creía que la había visto entrar… entonces, abrí con cuidado y vi que en la habitación sólo había una cama ocupada, si no es el cuarto de un paciente especial, siempre hay dos camas, pero en esa habitación sólo una de las camas estaba ocupada… y al lado estaba un acompañante, creo era una chica, estaba oscuro, pero con la luz del pasillo, vi que tenía cabello largo y varias cobijas encima… pero ella no tenía habito de monja, ni señas de haberse levantado recientemente…. Rápidamente miré en el baño, y estaba vacío.
PACIENTE: Una noche, no tenía nada de sueño… tenía era sed y
me sentía cansada de estar acostada, pero por mi problema en la pierna y mis
riñones, no me puedo parar ni hacer esfuerzo. Sólo daba vueltas en la cama. A veces
abría los ojos y veía todo oscuro, sólo la luz así que entraba por las cortinas
de la ventana… ¡Ah! Y tampoco es que me pudiera dormir, porque el vecino que me
tocó roncaba más maluco, que hasta la misma hija le despertaba para acomodarlo a
ver si dejaba de roncar, pero no, eso funcionaba sólo hasta que caía otra vez
profundo. Yo le susurré a la muchacha, cuando la note que se levantaba, que lo
dejara dormir, que mejor nosotros nos tapáramos lo oídos (risas). Sí, pobre
viejito, que si no se despertaba con eso ronquidos es porque estaba durmiendo
más bueno… pero yo no, con o sin ronquidos (risas). No sé qué hora era, yo
recibí mi medicamento de las 2:30 am, y fue como diez o veinte minutos después
que escuché por el pasillo una voz que rezaba, era un murmullo como si alguien
estuviera rezando. Yo pensé: “Ah, se va a morir alguien”, pero noté que se iba
acercando, y pensé: “Ay, Dios mío, que no sea yo” (risas). Entonces me quedé,
ahí en medio de la oscuridad escuchando atentamente… cuando la persona que
rezaba fue pasando por la puerta de la habitación donde estábamos nosotros, y
escuché el rechinar de la puerta abriéndose. Entonces levante un poco la cabeza
y miré, pero nadie estaba por ahí… y tampoco volví a escuchar el rezo.
ACOMPAÑANTE: Yo estaba acompañando a mi abuelo, que llevaba
10 días hospitalizado porque se calló de una escalera y se rompió las costillas
y una piernita. Era un fin de semana, yo tenía una fiesta, pero no había nadie
que pudiera quedarse esa noche, así que yo me quedé… yo quiero mucho mi
abuelito y qué fiesta ni qué nada. Entonces, ya era tarde en la noche, ya
estaba dormido, luego fue que vi la hora y era la 1:56 am, pero a eso de la
1:30 am, más o menos… me desperté súbitamente, y al lado mío, del lado de la
puerta de la habitación había una monja parada… mirando hacía las camas, la
cama de mi papito y la de otro señor que había ahí. Yo casi me **** del susto,
estaba parada ahí, con una camándula en las manos y susurrando como una
oración, como rezando. Entonces yo me acomodé en la silla y le dije: “Buenas
noches hermana”… pero ella no me contestó, y yo entendía que no debía
interrumpir la oración… o sea, entendía que estaba ahí orando por la salud de
los enfermos, y por eso no le presté atención con lo del saludo. Luego fue que
me agaché para recoger mis zapatos y ponérmelos, y cuando volví a ponerme en
posición… la monja ya no estaba ahí. Yo me puse los zapatos y tambaleando en la
oscuridad, medio dormido todavía, salí al pasillo, y miré de lado a lado y no
vi a nadie. Seguro iba de cuarto en cuarto visitando enfermos, pero la visita a
la habitación no duró más de un minuto… así que me quedé esperando si salía de
algún otro cuarto... me quedé en el pasillo como media hora, ahí fue que me dio la 1:56 am.
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