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martes, 26 de mayo de 2015

El gato en el ático II

La entrada al ático se camuflaba muy bien con el techo de la casa, por eso no la habían visto… hasta que se buscó. Aunque July apenas medía 1,65 metros, trajo la escalera de aluminio y subió hasta la escotilla del ático, una puerta de un metro cuadrado. Intentó abrirla, pero parecía sellada o trancada con algo, eso fue lo único que le hizo cambiar su determinación de sacar el gato ella misma, y tal vez llevarlo a un refugio de animales… Mientras intentaba abrir la pequeña puerta, pensaba que el bendito animal, estaba atrapado, su maullido triste y extraño seguro era pidiendo ayuda… y aunque intentó de varias formas, no pudo abrir la puertecilla.

La chica salió de nuevo al exterior de la casa, intentó ver por dónde pudo entrar el gato, que también pudiera salir por el mismo lugar… aunque los gatos no son tontos, así que supuso que tal vez estaría enfermo o herido, y no se pudiera mover o estaba atrapado. No había buhardilla, a simple vista no notó tejas sueltas o rotos en el techo, así que decidió mejor esperar a Samuel: “Él me dará una mano”, dijo con la sonrisa de una mujer enamorada que anhelaba no sólo una mano…
Esa fue otra tarde solitaria, o mejor, acompañada del lamento desesperado de un gato, que en ocasiones le daba escalofrío. Samuel llegó a eso de las 5:40 de la tarde. Aún la luz del día iluminaba el barrio con esplendor y a July le dio mucho gusto tenerlo de nuevo en casa. Al entrar él mismo escuchó los maullidos, ahora leves… y mientras hacía un gesto de no querer otra noche espantosa, July le contaba lo que había hallado al final del pasillo.
Samuel subió las escaleras y también notó que la escotilla estaba atascada, así que se afirmó bien en la escalera, y dando un fuerte empujón con su hombro… sintió que algo se rompía, pero la escotilla se abrió. La levantó, y sintió un fuerte olor a humedad, mezclada con otro olor que no supo identificar. Pidió la linterna, que prestamente le facilitó la esposa, y al mirar, vio un espacio vacío con algunos objetos grandes y otros pequeños, cubiertos de un denso polvo: “Esta casa es antigua, amor”, dijo con cierta fascinación… que lo llevo a entrar al ático para descubrir sus secretos. Diez minutos después, Samuel bajó algo apresurado, que al poner los pies en la escalera la desestabilizó y casi cae… ni siquiera bajo peldaño a peldaño, sino que se lanzó. July lo vio descompuesto, con el rostro pálido y un gesto de desconsuelo y horro, y una profunda angustia: “Samuel ¿qué pasó?”, preguntó la chica… Samuel respondió, con voz trémula: “Hay que llamar a la policía.”



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Hasta la próxima y gracias por leernos.

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