Ella pensó en ese
instante, cuando abrió los ojos, que había tenido un sueño, que por más que
intentó… no pudo recordar. Las gruesas cortinas de algodón, un adorno para la
habitación obsequiado por la madre, daban un completo ambiente de abstracción
del mundo, tanto que ella dejaba enteramente a su reloj biológico el instante
de despertar a la hora precisa, por esas cosas raras de la vida que casi nunca
le fallaban. Sin embargo, sintió en ese momento, que aún era muy temprano, que
su reloj biológico sufrió un adelantamiento inesperado, e intentó recordar de
nuevo el sueño sin éxito. Buscó a tientas su reloj de pulso, sobre la mesa de
noche, dándose cuenta que era solamente las 2:43 de la madrugada. Suspiró y dio
dos o tres vueltas en la cama, y se dispuso a dormir de nuevo. Pasados unos
pocos segundos, se sorprendió cuando en su intento de dormir notó, por ardor,
que tenía los ojos abiertos, mirando entre la oscuridad un espacio que se le
antojó en ese instante, muy tenebroso; así que los cerró inmediatamente…
Necesitaba
dormir. No quería ocupar la mente pensando en lo que no recordaba del sueño,
pues eso la iba a desvelar y tenía que levantarse a las 5:30 am. Hace poco, dos
semanas tal vez, había comprado el apartamento y hace tres días se había pasado
a vivir ahí, sola. Tenía que trabajar con buen rendimiento para pagar las cuentas, y
se conocía muy bien en esos días cuando no había tenido una buena noche: «Mañana recordaré el puto sueño», pensó, aplicando un tono a su pensamiento, como ordenándose
a dormir ya.
Cuando
volvió a abrir los ojos, se sintió tan confundida, que creyó que el sueño no
recordado, había sido ese instante cuando despertó en la madrugada, cuando
olvido cerrar los ojos para dormir (sonrió), cuando los cerró al experimentar
que la oscuridad era una pantalla donde se proyectaban sus temores . Se incorporó
en la cama, y buscó de nuevo su reloj… 5:32 am. Lo dejó nuevamente sobre su
mesita de noche, y se acostó de nuevo, murmurando entre dientes: «Cinco minutos más»… que no fueron tres. Con determinación
se levantó a preparar un café muy cargado y ducharse… un mal día inicia con una
mala actitud, siempre se repetía. Estuvo lista justo a tiempo, para ir a
trabajar, y la mañana le pareció tan hermosa que de camino a sus labores, fantaseó
toda una vida llena de alegrías; saludó a sus nuevos vecinos, que la saludaban
a la vez con una extraña reserva, que no pudo dejar pasar desapercibida. Entonces
recordó de nuevo que había soñado algo antes de despertar casi a las 3 de la mañana… Siguió su camino al
trabajo, pero absorta ahora, en un pensamiento que no podía develar: «¿Cómo sé
que soñé algo, si no recuerdo lo que soñé». Detestaba estar en esa posición; la
filosofía no era nada cercano a alguna de sus actividades favoritas… pero los
seres humanos a veces terminan haciendo cosas que no les gusta. Entonces
recordó las palabras del padre: “Cuando sientas que estás haciendo algo que no
te agrada, piensa en cómo puedes usar eso para las cosas que sí te gustan”… La
chica lo intentó, pero no pudo aplicar los consejos de su padres, así que
simplemente se repitió: «Un mal día inicia con una mala actitud»… Y no
necesitaba un mal día, no ahora.
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