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lunes, 8 de junio de 2015

La mujer

Era el segundo día en la clínica. Me había acabado de despertar, cuando el médico entró a la habitación y me dijo: ¡Buenos días! ¿Cómo se siente?... Cuando usted llegó aquí, tenía grado de alcoholemia dos; el hemograma no arrojó indicio de ningún tipo de sustancia alucinógena, ni de ningún otro tipo de intoxicación a parte del alcohol, o si hubo alguna sustancia de presencia breve se debió ir en la descomunal micción que tuvo cuando quedó inconsciente… y el TAC no muestra nada fuera de lo normal en su cerebro. Ahora está estable, compensado, en general en muy buen estado de salud. Cuénteme de nuevo lo que dice usted que sucedió, y le prescribiremos algunas terapias de control y le daremos salida, para que regrese a su casa ahora mismo…
Yo le respondí: Doctor… tal vez no quiera regresar a casa…


Salí demasiado tarde de la oficina, una junta nocturna, ¡uhm!... con unos whiskys de más nos hizo sobrepasar la media noche; pero valió la pena, necesitaba romper la rutina laboral... Aunque de camino a casa, pensé mucho en que romper la rutina con mi jefe, una mujer madura muy bien conservada y sexy, pudo ser algo extremo... En fin, sólo esperaba que todo lo ocurrido no fuera efecto de los tragos, y luego en sobriedad mi vida laboral se vuelva un infierno. Eso lo sabría mañana lunes, que regresara al trabajo... aunque la incapacidad médica me salvó de esa angustia... por ahora.
Mis tontas preocupaciones se esfumaron cuando llegué a casa… sí, hogar, dulce hogar. Metí la llave para abrir la puerta, y sentí de pronto una presencia a mis espaldas... lo que me hizo girar de inmediato. Mi cuerpo se estremeció, recorrido por un escalofrío desde los pies a la cabeza, al ver una mujer joven, de mediana estatura, bastante andrajosa, parada atrás de mí, con una mirada fija clavada en mí. La calle estaba tan desolada que no entendía de dónde había aparecido esa mujer de piel blanca, sucia, y cabello largo y desarreglado. La miré a sus oscuros y grandes ojos, pero sólo un momento, pues no pude sostener la mirada... era algo aterrador; y con voz algo apagada, logré preguntarle: "¿Puedo hacer algo por usted?", pero no respondió, ni cambió su mirada, ni hizo gesto alguno... entonces, le desee buenas noches y abrí pronto la puerta, entrando a casa lo más rápido posible. Cerré la puerta tras de mí y la aseguré. ¡Uf! Dentro me sentí más tranquilo. Me asomé por la ventana apartando un poco la cortina, sólo lo suficiente para ver que la calle estaba de nuevo tan solitaria como cuando había llegado,... casi tuve la sensación que esa mujer debió salir corriendo para que no la pudiera ver al mirar a través de mi ventana, que tenía una buena panorámica de la calle... "Hay gente loca en este mundo", pensé, mientras me dirigía a la cocina para buscar algo de comer. Encendí la luz, saqué de la nevera pan, jamón, tomates, lechuga y algo de mantequilla, ¡Ah! y mi refresco favorito... Puse todo en el mesón de la cocina y comencé a preparar un sándwich... cuando sentí esa maldita sensación de tener alguien tras de mí, giré rápidamente la cabeza... pero no había nada. Fue lo mismo que sentí en la calle, así que seguro estaba en shock por lo que había sucedido unos minutos antes… no sé, tal vez tenía un episodio de locura, así que fui al baño, abrí la llave del grifo y me lavé el rostro como para sacarme esa tonta idea… o lavar mis culpas, tal vez. Cuando regresé a la cocina, por poco desmayo... el pan, el jamón, todo, todo estaba tirado en el suelo. Sentí que algo estaba mal, muy mal… y mi paranoia se agudizó, pensando que la vieja con la que había estado, esa que era mi jefe en la oficina, me pudo dar un trago malo que me hacía sentir cosas, ver cosas y hacer cosas de las cuales luego no recordaba nada… ¿Con qué fin? No, no sabía nada en ese momento.


Me serví un vaso grande de refresco y lo bebí. Podía ayudarme a eliminar la intoxicación de la sangre; sí, tomar bastante líquido y luego orinar como caballo. Fueron tres vasos, hasta ya no poder… Ahora era esperar un poco, mientras tanto limpié todo y lave vasos y cubiertos sucios… hasta que no supe más de mí… Lo último que recuerdo era que… mientras enjuagaba los cubiertos, sentí que algo agarraba mi pierna, lo que me hizo mirar… mirar con horror que a mis pies estaba esa espectral mujer, mirándome fijamente, con sus ojos grandes, oscuros y profundos como la noche que me sobrevino.


Zona D-Relatos Copyright© 2015


Gracias por leernos. 
El título sugerido por nuestro lectores fue el de "La mujer", propuesto por Fernando López en red Twitter... gracias por su participación.

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